Es muy común que los campos santos sean lugares en cierto modo apartados de la vida cotidiana de los hombres, aunque siempre estén unidos por desgracia a ellos, sin embargo son lugares verdaderamente artísticos, donde el patrimonio se atesora desde la fundación de cada cementerio y en la mayoría de las ocasiones pasa de igual modo desapercibido como respetado por el lugar en donde se encuentra. Grandes obras de la historia del arte se conservan en cementerios, pensemos en el mausoleo de Joselito “el Gallo” realizado por Mariano Benlliure en el campo santo de San Fernando de Sevilla o en grandes necrópolis que por su patrimonio y belleza en la actualidad son visitables incluso con visitas guiadas; caso de Ciriego en Santander, la Salud en Córdoba o el de la sacramental de San Justo en Madrid.
Dentro del desconocimiento nos fijamos a veces en grandes cementerios, pero dejamos de lado los pequeños que muchas veces nos pueden sorprender por la presencia de una verdadera obra de arte de gran valor y que pasan totalmente desapercibidos, en muchos casos ignorando el autor, es el caso del panteón de los Vega Rodríguez en el cementerio de Almodóvar del Campo realizado por el genial escultor-imaginero del siglo XX Amadeo Ruiz Olmos.
La vinculación de Ruiz Olmos con Almodóvar es prácticamente nula, el panteón es un encargo directo de dicha familia. ¿Por qué a él?, digamos que la influencia del escultor le llevo a tener obras en zonas fronterizas con la provincia de Ciudad Real: Espiel, Villanueva de Córdoba (en la provincia de Córdoba) y Cabeza del Buey en la provincia de Badajoz. En alguno de estos intercambios debió de ser conocido, el único problema es que en estos lugares trabaja en sus primeros años de asentamiento en Córdoba, el panteón de Almodóvar es de su etapa plena, si bien es cierto los Vega tienen una vinculación castrense y Amadeo en su etapa final retrató a muchos generales franquistas, caso de Antonio Castejón, así como a importantes políticos sobre todo en la zona cordobesa como el caso de los Cruz Conde.
El panteón conservado en Almodóvar evidentemente es de un valor incalculable en el sentido de que existen unos 5 mausoleos en todo el mundo realizados por Ruiz Olmos, el más importante y monumento casi obligado de visita en Córdoba es el de Manolete en el cementerio de Nuestra Señora de la Salud (conocido como el cementerio de los califas del toreo, siendo Manolete el cuarto), en dicho lugar también se encuentra la tumba arquitectónica de los López Cubero con unos ángeles en relieve parecidos al de los Vega Rodríguez.
Junto al panteón de los Valenzuela en Lopera, el suyo propio que nunca se llegó a terminar, dos lápidas sepulcrales de los obispos Adolfo Pérez Muñoz y Fray Albino en la mezquita-catedral de Córdoba y algunas pequeñas lápidas de nicho conservadas en el de Sedaví no se conocen más tumbas realizadas por el autor que llevaría a cabo obras tan importantes como los crucificados de la Clemencia y el Descendimiento en Córdoba, el grupo de la Santa Cena, La Soledad o el Cristo de la Humildad en Úbeda, el Nazareno de la Vera Cruz o el Cristo de la Yedra en Baeza y un largo etcétera tanto en esta disciplina de imaginería religiosa, como en sus bronces civiles entre los que hay que destacar los grandes bronces de Córdoba conocidos en la colectividad de la ciudad y el visitante como hitos de la ciudad, su Maimónides del barrio de la judería, Séneca, Ibn Hazán y Góngora entre otros muchos de menos tamaño.
El mausoleo de Almodóvar es la obra funeraria menos conocida. Es una pieza neocubista de una etapa muy corta que tuvo el escultor en su momento de mayor importancia, tenemos la posibilidad de poderla encuadrar dentro de la producción de su gran San Rafael del puente nuevo de Córdoba o su Cristo obrero de la universidad laboral de la misma ciudad. Recibiría el encargo en 1960, esculpida llegaría un día a Almodóvar en uno de sus viajes relámpagos y la instalaría. En su lugar ha permanecido olvidada hasta el día de hoy, existiendo una única constancia de que la había realizado en un pequeño catálogo que mecanografiaría personalmente en los años setenta.
En un breve análisis artístico, extraído de nuestra propia monografía realizada sobre el autor (Vida y obra de Amadeo Ruiz Olmos, Alcázar Editores, Baeza, 2011) podemos expresar: formado por una cruz con el estípite en forma de rombo de tal manera que al frente presenta una arista viva, mientras que el travesaño es un prisma y lo muestra por un lado, donde escribe en latín: EGO SVM VIA ET VERITAS ET VI(ta), es decir “yo soy la verdad, el camino y la vida.”En la zona posterior (la piedra de la que sale la cruz de unos dos metros de altura y dos ángeles a los lados se puede leer la continuación de este versículo de los Evangelios: VENI TE / AD ME (Venid a Mí). Respecto a los ángeles son dos altos relieves que se funden con la piedra donde podemos ver todas las características casi neocubistas de Ruiz Olmos que llevó a cabo en esta clase de obras de granito (muy interesante es su soldado caído del monumento al alférez Rojas Navarrete de Úbeda). Se encuentran bajo el travesaño y no podemos buscar identificación alguna de ellos, simplemente son ángeles custodios, ambos apoyan una mano en el pecho y uno sostiene un ramo de flores en señal al triunfo de los que allí descansan.
Pablo Jesús Lorite Cruz es Doctor en Historia del arte